Las Hijas de María Auxiliadora pertenecen a la familia religiosa de los Salesianos de Don Bosco y se dedican especialmente a la educación de los jóvenes. Doce religiosas de esta orden trabajan en el vicariato apostólico del Chaco, en el extremo norte de Paraguay. Pero allí no sólo se ocupan de los jóvenes, sino que también acompañan a las familias, visitan a los enfermos y ancianos, les llevan la comunión, imparten la catequesis y ayudan y aconsejan a los pobres y desfavorecidos.
El vicariato apostólico ocupa una extensión enorme que con sus 96.000 kilómetros cuadrados es casi tan grande como, por ejemplo, Corea del Sur o algo mayor que Hungría, pero que está escasamente poblada con sus 30.000 habitantes. Los caminos y carreteras son muy malos y a algunos lugares sólo se puede acceder por agua, por ejemplo, a las dos comunidades remotas y aisladas de las que se ocupa la Hna. Blanca. Sus habitantes pertenecen a dos etnias indígenas diferentes, y para llegar a ellas, la religiosa tiene que desplazarse durante dos horas y media por el río Paraguay.
Otras tres religiosas trabajan en la ciudad de Puerto Casado, donde apoyan especialmente a la etnia indígena de los maskoy. “La gracia de Dios siempre ha acompañado a las hermanas de esta comunidad, porque son instrumentos del mensaje de Jesucristo en medio de la población marginada de Puerto Casado y de los indios maskoy, una etnia empobrecida que está evolucionando gracias al acompañamiento de las Salesianas”, nos cuenta la Hna. Marciana Toledo Vergara, la superiora. La Hna. Emilia trabaja en cinco comunidades indígenas: prepara a los niños para la Primera Comunión, acompaña a las niñas, atiende a los enfermos y ayuda a los maestros. Además, también apoya a los estudiantes de la etnia maskoy y ayuda a los indígenas en su lucha diaria por sobrevivir. La Hna. Justa, por su parte, visita a las familias de los distintos barrios de Puerto Casado junto con mujeres voluntarias de la parroquia. La Hna. Irene organiza la catequesis y actividades recreativas para niños y jóvenes, y lidera un grupo de jóvenes de la parroquia que contribuyen a organizar la liturgia y ayudan a los más necesitados.
En Ñu Apu’á, las religiosas han abierto un internado para 110 niños cuyas familias viven demasiado lejos de la escuela más cercana. Así les brindan a estos niños la oportunidad de recibir una educación escolar.
Estos son sólo algunos ejemplos de la valiosa labor de las hermanas, y dado que prestan su servicio sin recibir una remuneración, nos gustaría apoyarlas durante un año con una ayuda al sustento de $ 4.530.785 (4.900 euros).