El Papa reza por la unidad de los cristianos

Como todos los años entre el 18 y el 25 de enero muchas conferencias episcopales invitan a los fieles a rezar por la unidad de los cristianos. En Chile, también lo hacemos, pero en fecha cambiada, más cerca de Pentecostés.

Esta semana, desde la Plaza San Pedro, el Papa expresó su deseo de superar todas las divisiones. Subrayando que el Señor, que nos ha creado, nos llama a seguir caminos de unidad. Precisando: «La creatividad para hacerlo la sacamos siempre del Evangelio».

«Los invito a rezar, para que los cristianos alcancen la plena comunión y den testimonio unánime de amor hacia todos, especialmente hacia los más frágiles», señaló.

El lema elegido para este año es «Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo» (cf. Lc 10,27). El Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de Iglesias elaboran conjuntamente unos materiales para ayudar a la reflexión y para preparar las celebraciones del Octavario. Por su parte, la Subcomisión Episcopal para las Relaciones interconfesionales y Diálogo interreligioso aporta diversos recursos para su celebración.

Es tal la importancia que se ha querido dar a la fecha, una intención muy querida por los pontífices, que prepararon una aplicación para rezar cada día en la Semana de Oración por la Unidad. La aplicación, que puede ser descargada de manera gratuita en dispositivos móviles, contiene reflexiones y oraciones para el octavario. Se llama SOUC (Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos) y el objetivo es que el mayor número de personas pueda sumarse a esta red internacional de oración, conformando así, según explica la Subcomisión, lo que Paul Couturier llamó un «vasto monasterio invisible» donde todos eleven al unísono la petición del Señor: «Padre, que todos sean uno para que el mundo crea» (Jn 17,21).

Este año, además de SOUC hay un interés especial por involucrar a niños y jóvenes. Y, como se ha venido haciendo desde hace algunos años, encargan los materiales de oración a diversas Iglesias y comunidades confesionales de alguna región geográfica. Este año la tarea la tomó un grupo ecuménico de Burkina Faso, un país castigado por la violencia, pero que no quiere sucumbir a ella, sino que busca en la fe compartida herramientas de unidad.

Los textos de los comentarios, las oraciones y las indicaciones sobre cómo vivir este momento fueron preparados por este grupo ecuménico de Burkina Faso, que incluyó a representantes de la archidiócesis católica de Uagadugú, de las iglesias protestantes y organismos ecuménicos locales colaboraron juntos en la redacción de los textos de las oraciones y reflexiones, todo ello coordinado por la comunidad local Chemin Neuf. Vivir juntos esta experiencia, dijeron, fue un verdadero camino de conversión ecuménica que los llevó a reconocer que el amor de Cristo une a todos los cristianos.

El tema de reflexión para la esta Semana de Oración, propuesto este año por los cristianos de Burkina Faso, es la parábola del buen samaritano, en la que Jesús explica en qué consiste amar al prójimo. Por ello, en este mensaje los obispos comienzan explicando que «en un prefacio de la misa se dice que Jesús también hoy como Buen Samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y sana sus heridas». En esta interpretación de la parábola, se señala que la posada a la que Jesús, el buen samaritano, lleva a la persona herida es la Iglesia.

Los prelados explican que «la Iglesia tiene que ser posada donde todos puedan refugiarse, lugar de acogida para los hombres y mujeres que buscan, comunidad que sana». En este sentido, indican que para que esto sea posible, «nuestras comunidades han de ser abiertas, alegres, vivas. Han de tener, sobre todo, una inmensa capacidad de acogida, para que todos se encuentren en ella como en su casa. Pensemos en el posadero, que no pregunta quién es la víctima, ni cuál es su estado o condición. Simplemente lo acoge y, desde el amor, lo ayuda a sanar».

En estos días piden que oremos «especialmente para que el Señor nos haga sentir el dolor de la división y nos ilumine para encontrar caminos de encuentro». Además, apuntan que vale la pena trabajar unidos para acoger a las personas heridas, «que quizás siguen estando al borde del camino».

Al mismo tiempo, piden perdón por las veces en que parte de esta humanidad herida se haya podido sentir excluida de la misma Iglesia. «Y también porque con nuestras actitudes hemos sembrado división y discordia, acentuando las divergencias y mirando al otro como a un contrincante y no como a un hermano».

Recuerdan también las palabras del Papa Francisco y la imagen que ofrece cuando habla de la Iglesia como «hospital de campaña», que atiende a «tanta gente herida que nos pide cercanía, que nos pide a nosotros lo que pedían a Jesús: cercanía, proximidad». Por todo esto, piden que «oremos con intensidad durante esta semana, para que nuestra Iglesia sea de verdad casa de acogida, hospital que sana, posada que recibe a todos, como aquella del buen samaritano».

¿Burkina Faso?

Sabemos poco del país y de las dificultades que atraviesa por lo que su participación en esta semana de oración por la unidad de los cristianos, es ya un signo de unidad.

En los documentos oficiales se puede leer la descripción de la situación de este país. La convivencia social no es fácil en Burkina Faso, un país de África occidental habitado por veintiún millones de personas pertenecientes a unos sesenta grupos étnicos y donde cerca del 64% de la población es musulmana, el 9% se adhiere a religiones tradicionales africanas y el 26% es cristiana (20% católica y 6% protestante). Tras el grave atentado yihadista del 2016, las condiciones de seguridad y la cohesión social del país se deterioraron drásticamente.

La proliferación de atentados terroristas, la anarquía y el tráfico de personas han causado tres mil muertos y casi dos millones de desplazados internos. Además, se han cerrado miles de escuelas y centros de salud y se ha destruido gran parte de las infraestructuras socioeconómicas.

Las Iglesias cristianas, en particular, han sido objeto de ataques armados: sacerdotes, pastores y catequistas han sido asesinados, otros secuestrados. A causa del terrorismo, se han cerrado la mayoría de los lugares de culto cristianos en el norte, este y noroeste del país. Las celebraciones sólo son posibles en las grandes ciudades y bajo protección policial.

Esfuerzos por la reconciliación y la paz

En este contexto, a pesar de todo, crece una cierta solidaridad entre las religiones y sus líderes se esfuerzan por la reconciliación y la cohesión social. Un ejemplo es la Comisión para el diálogo cristiano-musulmán de la Conferencia episcopal de Burkina Faso-Níger, que está realizando un notable esfuerzo para promover el diálogo y la cooperación entre los diferentes grupos étnicos.

El amor al prójimo más allá de toda pertenencia, mandado por Jesús, se pone a prueba, pero el testimonio de los cristianos parece aún más necesario en ese país. Entre los cristianos de Burkina Faso existe un vivo deseo y conciencia de la necesidad, tal como se lee en el texto de presentación de la Semana, de redescubrir su unidad en Cristo, y las comunidades son conscientes de que las divisiones entre cristianos hieren no sólo a la Iglesia, sino también a Cristo, y por ello han tendido puentes comprometiéndose «irreversiblemente a recorrer el camino de la investigación ecuménica, escuchando así al Espíritu del Señor».

La situación política y social en Burkina Faso es inestable y existen muchas amenazas a la paz y la cohesión social. Por ello, la preparación de los textos para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en un período tan difícil de la historia de este país, contribuyó a hacer reflexionar a la redacción ecuménica sobre el amor de Cristo que une a todos los cristianos y a reconocer que es más fuerte que las divisiones.

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