Honduras es uno de los países más pobres de Iberoamérica, y una grave crisis energética con constantes cortes de luz supone una carga adicional para el país. A ello se suman unas condiciones climáticas extremas: este país centroamericano sufre periodos de sequía, pero también episodios de lluvias torrenciales. Además, es un país de tránsito del tráfico de drogas hacia Estados Unidos y otros países, y, como consecuencia, amplias zonas están controladas por las maras, que son bandas criminales vinculadas al narcotráfico. La tasa de homicidios es allí una de las más altas del mundo.
La mayoría de sus once millones de habitantes son cristianos, y las sectas financiadas desde Estados Unidos están cada vez más presentes en el país. Allí donde la Iglesia católica dispone de pocos medios para tener una presencia y ocuparse de los fieles, estas sectas se extienden rápidamente.
La diócesis de Trujillo está en el norte del país, en la costa caribeña. Con una superficie de más de 25.000 kilómetros cuadrados, es tan grande como algunos países más pequeños y es la diócesis más grande del país. Sin embargo, allí no hay suficientes iglesias, capillas y casas parroquiales.
Desde la parroquia de Bonito Oriental, consagrada al santo obispo Óscar Romero, nos ha llegado un grito de socorro. Esta parroquia abarca una vasta zona con numerosas localidades, por lo que está dividida en varios sectores, y en uno de ellos está asentada una comunidad muy activa: la de Plan de Flores. Allí hay una antigua iglesia donde los fieles de un total de nueve pueblos celebran la misa y practican las devociones; donde se imparte la catequesis y se organizan muchas otras actividades.
Con el tiempo, el número de católicos ha aumentado considerablemente, lo que se debe en parte a la intensa atención pastoral de la parroquia y en parte al crecimiento demográfico. Lo que en realidad debería ser motivo de alegría se ha convertido allí en un desafío, ya que la iglesia se ha quedado pequeña con el paso de los años, lo que significa que muchos fieles tienen que quedarse fuera durante la misa. Además, la iglesia también está en mal estado, ya que ha sufrido daños por la caída de árboles durante las tormentas.
Los fieles, que son pobres, llevan años trabajando duro para hacer posible la construcción de una nueva iglesia. Así, hace tiempo reunieron donativos con gran sacrificio y empezaron las obras en 2018. Con la pandemia, todo quedó paralizado, y después, la situación siguió siendo difícil. El problema es que sólo en Plan de Flores están presentes once comunidades protestantes. “Necesitamos urgentemente una evangelización que lleve a los católicos a un encuentro personal con Cristo”, asegura el párroco Hermenegildo Ramírez.
A los fieles -entre los que hay un buen número de jóvenes y niños- les gusta participar en la vida de Iglesia y viven activamente su fe. Pero sin un lugar de culto donde haya lugar para todos y donde puedan adorar a Dios juntos, es difícil. Por eso hemos prometido destinar 35.000 euros a que la parroquia pueda tener por fin una nueva iglesia, con cabida para 600 creyentes. ¿A quién le gustaría apoyar a la comunidad de Pan de Flores?