En la República Centroafricana, uno de los países más pobres y subdesarrollados del mundo, se suceden los disturbios y golpes de Estado. Allí actúan diversos grupos armados en amplias zonas del país.
La Iglesia proclama la Buena Nueva y administra los sacramentos, pero también asume tareas que corresponden al Estado: se ocupa de la sanidad y crea escuelas y guarderías, proporciona ayuda al desarrollo, lleva a cabo negociaciones con los grupos armados y acoge en sus instalaciones a personas que huyen de los ataques de los rebeldes.
Los retos a los que se enfrentan los agentes de la pastoral son inmensos. Por ello, la diócesis de Bouar organiza una vez al año un encuentro de varias jornadas en el que los 45 sacerdotes y diáconos reciben una formación complementaria sobre determinados temas. Este año, un psiquiatra hablará sobre el importante tema de la atención a personas traumatizadas por experiencias violentas.
Por desgracia, muchas personas del país han quedado traumatizadas porque han sido testigos de ataques de los rebeldes a sus aldeas: han presenciado cómo mataban a familiares o vecinos, o cómo quemaban sus casas. Y también los propios sacerdotes son, una y otra vez, testigos de esta violencia, tienen que atender a sus víctimas o han sido ellos mismos objeto de ataques o amenazados con un arma. En los últimos tiempos, las minas antipersona, enterradas en las calles por los grupos armados, también se han convertido en una amenaza creciente pues no dejan de provocar graves accidentes. Entre principios de año y mediados de abril de 2023, también dos sacerdotes de la diócesis de Bouar se vieron afectados: así, el 10 de febrero, el sacerdote carmelita italiano Norberto Pozzi (71 años) pasó por encima de una mina que explotó justo debajo del asiento del conductor. Milagrosamente, sobrevivió, pero resultó gravemente herido y perdió un pie. Y el 16 de abril, también el padre de los Misioneros del Sagrado Corazón Arialdo Urbani (83), también italiano, pasó con su coche por encima de una mina. Él resultó ileso, pero murieron cuatro compañeros de viaje, entre ellos, dos niños. Este misionero ya había sufrido un accidente con una mina en 2021, en el que murió un compañero de viaje.
El programa de formación incluye también la atención a los traumatizados, la protección de menores y temas de administración parroquial, para los que muchos sacerdotes no están suficientemente preparados cuando asumen un cargo que requiere estos conocimientos.
Ya en años anteriores, estos cursos de formación fueron muy valiosos para los sacerdotes y, por ello, nos gustaría volver a apoyarlos este año con $ 3.738.294 (4.200 euros).